Práctica Judicial

Procedimientos judiciales relacionados con el alquiler de vientres.

En Rusia todavía no hay estadísticas acerca de los procesos judiciales relacionados con la maternidad subrogada. Hasta el momento se conocen tan sólo tres acciones procesales.

En 2004 una pareja de Chitá contrató a una madre de alquiler que fue sometida a una inseminación artificial con el semen del marido. Nacido un niño, la mujer no le entregó a los cónyuges que, para ser justos, nunca presentaron una demanda contra ella. La madre subrogada reclamó una pensión alimenticia y la consiguió mediante un fallo dictado por el Juzgado de Chitá. Este es un caso clásico de una pareja que confía demasiado en sus propias fuerzas y cae en toda clase de errores: en vez de la inseminación artificial había que hacer una fecundación in vitro utilizando óvulos donados para que la madre de alquiler no tuviera un vínculo biológico con el niño que iba a gestar. Y, por cierto, todos los compromisos e intenciones se debían formalizar por escrito.

Un proceso curioso tuvo lugar el 29 de noviembre de 2004 en el marco del programa televisivo “La Hora del Juicio”. El meollo del asunto fue el siguiente. Ana Dunaeva dio a luz un hijo con una afección cardiaca para el matrimonio de los Rybakov. Se desconoce si Dunaeva fue una madre subrogada gestacional o “tradicional”. Los esposos renunciaron al hijo alegando que “no les hace falta un niño enfermo”. Además, se negaron a abonar la compensación económica previamente pactada a la madre de alquiler. Ana interpuso una demanda contra los Rybakov para que le pagaran el importe total de la recompensa. Por sorpresa, el juzgado desestimó la demanda “partiendo de las recomendaciones del Consejo de Europa” de utilizar como madres sustitutas a hermanas, parientes cercanas o amigas de la mujer infértil y sólo indemnizarles “los gastos objetivamente razonables”. Como se dice, sin comentarios.

El juicio más divertido se celebró a finales de 2005 en un tribunal de Moscú. Una madre de alquiler prestó su vientre a una pareja de nacionalidad rusa. Estando en la Maternidad, la mujer dio su consentimiento para que los cónyuges fueran inscritos como padres en el Libro de Nacimientos. No obstante, luego decidió impugnar la filiación del hijo argumentando que sólo había dado su consentimiento porque “pensaba que iba a vivir con el padre del niño”. Huelga decir que dicha convivencia no entraba en los planes del padre. Por extraño que parezca (el artículo 52.3 del Código de Familia ruso reza que la madre subrogada no puede impugnar la filiación, una vez que se haya inscrito en el Libro de Nacimientos), el juzgado hizo caso del recurso e incluso celebró varias audiencias sobre el asunto. Al fin y al cabo, este proceso no perspicaz quedó archivado.

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