Alquiler de vientres y religión

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Todo lo que contribuye a la llegada de una nueva persona a este mundo es agradable delante de Dios, es admisible ética y moralmente. Dios es Amor: en esta frase se expresa la esencia del cristianismo, la base moral y ética de nuestra civilización.

Lamentablemente, los fariseos que se enorgullecían de ser “justos” y conocer perfectamente la Escritura Sagrada siguen vivos hasta ahora. Se permiten imponer a la sociedad su opinión personal, aunque santificada por su rango clerical, acerca del alquiler de vientres, la que por lo general es extremamente negativa. No queda otro remedio que aconsejarles recurrir a la Biblia y en concreto al Antiguo Testamento, el principal libro sagrado de los judíos, cristianos y musulmanes.

Sarai, la esposa de Abram (Sara y Abraham se llamarán más tarde), era estéril y le ofreció a su marido la esclava Agar para que tuviera descendencia. Agar dio a luz un bebé que recibió el nombre de Ismael. Sarai le acogió como si fuera su propio hijo. Éste fue el primer niño nacido por medio de la gestación subrogada. A propósito, de Ismael descienden todos los árabes que se llaman también ismaelitas o agarenos, por el nombre de la madre de Ismael.

He aquí lo que dice la Biblia al respecto (Génesis 16):

1Sarai, la esposa de Abram, no le había dado ningún hijo. Pero ella tenía una esclava egipcia llamada Agar.
2Sarai dijo a Abram: “Ya que el Señor me impide ser madre, únete a mi esclava. Tal vez por medio de ella podré tener hijos”. Y Abram accedió al deseo de Sarai.
3Ya hacía diez años que Abram vivía en Canaán, cuando Sarai, su esposa, le dio como mujer a Agar, la esclava egipcia.
4Él se unió con Agar y ella concibió un hijo. Al ver que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña.
5Entonces Sarai dijo a Abrám: “Que mi afrenta recaiga sobre ti. Yo misma te entregué a mi esclava, y ahora, al ver que está embarazada, ella me mira con desprecio. El Señor sea nuestro juez, el tuyo y el mío”.
6Abram respondió a Sarai: “Puedes disponer de tu esclava. Trátala como mejor te parezca”. Entonces Sarai la humilló de tal manera, que ella huyó de su presencia.
7El Ángel del Señor la encontró en el desierto, junto a un manantial –la fuente que está en el camino a Sur–
8y le preguntó: “Agar, esclava de Sarai, ¿de dónde vienes y adónde vas?”. “Estoy huyendo de Sarai, mi dueña”, le respondió ella.
9Pero el Ángel del Señor le dijo: “Vuelve con tu dueña y permanece sometida a ella”.
10Luego añadió: “Yo multiplicaré de tal manera el número de tus descendientes, que nadie podrá contarlos”.
11Y el Ángel del Señor le siguió diciendo: “Tú has concebido y darás a luz un hijo, al que llamarás Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción.
12Más que un hombre, será un asno salvaje: alzará su mano contra todos y todos la alzarán contra él; y vivirá enfrentado a todos sus hermanos”.
13Agar llamó al Señor, que le había hablado, con este nombre: “Tú eres El Roí, que significa “Dios se hace visible”, porque ella dijo: “¿No he visto yo también a aquel que me ve?”.
14Por eso aquel pozo, que se encuentra entre Cades y Bered, se llamó Pozo de Lajai Roí, que significa “Pozo del Viviente que me ve”.
15Después Agar dio a Abram un hijo, y Abram lo llamó Ismael.
16Cuando Agar lo hizo padre de Ismael, Abram tenía ochenta y seis años.

La segunda madre de alquiler en la historia de la humanidad fue Bilhá, esclava de la infértil Raquel, la segunda esposa de Jacob, que le dio dos hijos varones, Dan y Neftalí. Y la tercera, allí mismo, fue Zilpá, esclava de la primera esposa de Jacob, Lía, que después de haber dado a luz cuatro hijos perdió temporalmente la capacidad de procrear. Zilpá dio a Jacob dos hijos, Gad y Aser. No obstaste, luego Lía se recuperó y procreó a Jacob otros dos hijos, Isacar y Zabulón, y la hija Dina.

La Biblia dice al respecto (Génesis 30):

1Al ver que no podía dar hijos a Jacob, Raquel tuvo envidia de su hermana, y dijo a su marido: “Dame hijos, porque si no, me muero”.
2Pero Jacob, indignado, le respondió: “¿Acaso yo puedo hacer las veces de Dios, que te impide ser madre?”.
3Ella añadió: “Aquí tienes a mi esclava Bilhá. únete a ella, y que dé a luz sobre mis rodillas. Por medio de ella, también yo voy a tener hijos”.
4Así le dio por mujer a su esclava Bilhá. Jacob se unió a ella,
5y cuando Bilhá concibió y dio un hijo a Jacob,
6Raquel dijo: “Dios me hizo justicia: él escuchó mi voz y me ha dado un hijo”. Por eso lo llamó Dan.
7Después Bilhá, la esclava de Raquel, volvió a concebir y dio un segundo hijo a Jacob.
8Entonces Raquel dijo: “Sostuve con mi hermana una lucha muy grande, pero al fin he vencido”. Y lo llamó Neftalí.
9Lía, por su parte, viendo que había dejado de dar a luz, tomó a su esclava Zilpá y se la dio como mujer a Jacob.
10Cuando Zilpá, la esclava de Lía, dio un hijo a Jacob,
11Lía exclamó: “?Qué suerte!”. Y lo llamó Gad.
12Después Zilpá, la esclava de Lía, dio otro hijo a Jacob.
13Lía dijo entonces: “?Qué felicidad! Porque todas las mujeres me felicitarán”. Y lo llamó Aser.
14Rubén salió una vez mientras se estaba cosechando el trigo, y encontró en el campo unas mandrágoras, que luego entregó a su madre. Entonces Raquel dijo a Lía: “Por favor, dame algunas de esas mandrágoras que trajo tu hijo”.
15Pero Lía respondió: “¿No te basta con haberme quitado a mi marido, que ahora quieres arrebatarme también las mandrágoras de mi hijo?”. “Está bien, respondió Raquel, que esta noche duerma contigo, a cambio de las mandrágoras de tu hijo”.
16Al atardecer, cuando Jacob volvía del campo, Lía salió a su encuentro y le dijo: “Tienes que venir conmigo, porque he pagado por ti las mandrágoras que encontró mi hijo”. Aquella noche Jacob durmió con ella,
17y Dios la escuchó, porque concibió una vez más, y dio a Jacob un quinto hijo.
18Entonces Lía exclamó: “Dios me ha recompensado, por haber dado mi esclava a mi marido”. Y lo llamó Isacar.
19Luego Lía volvió a concebir y dio un sexto hijo a Jacob.
20“Dios me hizo un precioso regalo”, dijo Lía. “Esta vez mi marido me honrará, porque le he dado seis hijos”. Y lo llamó Zabulón.
21Finalmente tuvo una hija, a la que llamó Dina.
22Dios también se acordó de Raquel, la escuchó e hizo fecundo su seno.

En la Escritura Sagrada se trata de la llamada maternidad subrogada tradicional, cuando debido a la falta de las técnicas de reproducción avanzadas la gente se veía obligada a recurrir a la fecundación natural de la donante que a la vez era madre de alquiler. Sin embargo, desde el punto de vista legal esos niños se consideraban hijos de profetas bíblicos y sus esposas legítimas.

La maternidad subrogada tradicional, cuando la madre de alquiler es simultáneamente la madre biológica del niño que está gestando, hasta ahora se usa ampliamente en todos los países donde se permite el alquiler de vientres.

Si el severo Dios del Antiguo Testamento no veía nada malo en tal subrogación, si los propios profetas bíblicos recurrían a madres de alquiler, ¿de qué entonces nos están hablando los hipócritas y santurrones que pretenden ser más santos que el propio Dios?

La esterilidad como cualquier otra enfermedad es vista por estos “teólogos” como un castigo por los pecados, como una cruz que hay que llevar con dolor durante toda la vida. En tanto, si Dios hubiera perseguido este objetivo, no habrían aparecido remedios contra las enfermedades letales que se consideraban incurables ni las técnicas para tratar la infertilidad. Dios quiere ver a las personas sanas y lozanas, rodeadas de niños felices, capaces de apreciar en su justo valor este mundo que Él ha creado y no a los fanáticos sombríos con los ojos llenos de odio hacia todo lo vivo.

Así que sean fecundos y multiplíquense, y sean felices, porque esto le agrada a Dios.

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